"No hay nada que me impida avanzar”
No hay nada que me impida avanzar. Iván Santos tiene 19 años. Unos años que han estado marcados por visitas a hospitales. Nada más nacer le detectaron un problema en el corazón que le tuvo de quirófano en quirófano los primeros años de vida. En la tercera operación vinieron las complicaciones mayores al coger el llamado virus de quirófano, donde tuvo mucha pérdida de sangre y fue necesario movilizar a la Comunidad de Madrid para conseguir reservas de su grupo sanguíneo, 0 negativo.
Pérdida de movilidad, falta de desarrollo de la musculatura, acoso en el colegio, merma de capacidad pulmonar y daños en el cerebro, debido a las paradas cardíacas que sufrió en una de las operaciones, son solo algunas de las secuelas que tiene Iván.
Además, hace 6 años, debido a un medicamento perdió visión en un ojo y, desde entonces, padece migrañas.Sin embargo, para Iván, no hay nada que le impida avanzar y seguir luchando por lo que más quiere hacer en su vida, llegar a ser funcionario, aunque no descarta dedicarse profesionalmente a ayudar a familias y niños que han pasado o están pasando por su misma situación.
Su madre, junto con María Escudero y Belén Rueda, fundaron Menudos Corazones, una entidad sin ánimo de lucro cuya finalidad es llevar a cabo los programas y actividades necesarios para mejorar la calidad de vida de los niños y jóvenes con cardiopatías congénitas y de sus familias.
Iván asegura que hay mucha incultura acerca de esta problemática, y que los niños han sido muy crueles con él. Sin embargo todos estos problemas le han hecho crecer como persona, callar bocas a aquellos que no creían en él y, lo más importante, demostrarse a sí mismo que puede con todo.
Es un apasionado del fútbol y acaba de terminar un ciclo de grado medio de Administración.
Para hacer las prácticas decidió venir a Fundación Alares desde donde dice llevarse muy buen recuerdo. Estas prácticas no laborales se enmarcan dentro del programa “Integrémonos para Sumar” de la Fundación Alares, que engloba un conjunto de actividades dirigidas a las empresas y a las personas con Discapacidad, cuyo objetivo es la INCLUSIÓN laboral de las mismas en condiciones óptimas para las empresas.
En palabras de Iván “En Fundación Alares me he sentido como en casa”. He aprendido mucho, he podido poner en práctica todo lo que he estudiado y me he llenado de ganas para seguir aprendiendo más”.
“Los dolores de cabeza que me acompañan desde hace años, han desaparecido. Tener la mente ocupada haciendo lo que a uno le gusta, es la mejor terapia para todo. La mejor terapia para la felicidad, para la vida. Y así me he sentido yo aquí, feliz y realizado”, matizaba Iván. ¿Hay algo mejor que eso?
Iván, no solo ha destacado por su capacidad resolutiva, su concentración, sus ganas de aprender o por lo bien que ha desempeñado las tareas del día a día, sino que ha destacado si cabe más aún por los valores que nos ha enseñado, por contagiarnos esa energía, esa vitalidad y esa actitud positiva, donde lo que puedes o lo que no puedes hacer, lo decides solo tú mismo.
Fuerza, coraje, superación y la positividad son cualidades que forman parte de él.
Iván, después del verano seguirá estudiando en un Campus Universitario.
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