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La residencia de mayores en casa

Teresa en su Casa
La residencia de mayores en casa. Hay muñecas por muchos rincones del salón, revistas que se amontonan en torres que aguantan sorprendentemente el equilibrio, cajas multicolores por aquí y por allá, unas cortinas de ganchillo confeccionadas a mano encima de una mesa, esperando a ser colgadas, y un sinfín de objetos que no dejan un hueco libre ni siquiera para las pelusas. En medio de este entorno, Teresa se mueve de un lado para otro sin tropezar. A sus 82 flacos años se maneja ágil entre sus cosas, porque son justo entre las que quiere estar. Para que sea así, para que esta mujer risueña y coqueta siga disfrutando de su hogar después de haber superado en 2014 un cáncer de lengua -tras 15 horas de quirófano, nueve días en la UCI y un mes ingresada en el hospital-, de tener un Parkinson que a veces la limita, y de haberse quedado viuda en las navidades de 2015-, su hijo Ricardo le ha montado «la residencia en casa». Le ha contratado los mismos servicios que pueden ofrecerle en esos centros, pero los tiene personalizados y en el propio domicilio. «Y nos ha cambiado la vida», dice sin dudar. «Elegí esta opción porque mis padres estaban muy mayores, especialmente mi padre, que falleció hace un año. En esa época mi madre tuvo una caída y ya era imposible hacerme cargo yo solo. Intentaba llevarles a los dos, pero soy hijo único y hubo un momento en que vi que no podía», cuenta Ricardo, 44 años, sentado en el sofá junto a su madre, que le mira y asiente.
En su caso recurrió a Alares, que es la que ha gestionado todo el servicio que, en esta casa en concreto, ha consistido en adaptar el cuarto de baño para quitar la bañera, donde Teresa se cayó por última vez porque como ella dice «estaba muy alto», y sustituirla por un plato de ducha. Además buscaron a dos personas, Maritza y Consuelo, que se turnan las 24 horas los siete días de la semana para que la mujer esté siempre acompañada. Tiene teleasistencia y telefarmacia en cualquier momento y «hacemos todos los trámites que requieran, hasta sacarles billetes de avión o cambiar la titularidad de algún recibo y demás burocracias, porque lo importante es que cuando Ricardo venga a ver a su madre, esté con ella y no se tenga que preocupar de nada más», recalca a EL MUNDO Laura Pérez, coordinadora general de este servicio de cuidados en casa.
 
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