¿Qué significan Love bombing, Ghosting, Orbiting y otros términos sobre prácticas afectivas irresponsables?
En realidad se llaman “prácticas afectivas muy poco responsables” y detrás de ellas se pueden esconder problemas de salud mental, trastornos de personalidad y baja autoestima. Las redes sociales han hecho proliferar estos anglicismos, pero también se han convertido en aliadas para visibilizar, desestigmatizar y combatir la discriminación. La generación Z (personas nacidas entre 1997 y 2012) está ayudando a dar más voz a este tipo de situaciones que ya dejan de aplicarse en las relaciones sentimentales, sino que comienzan a oírse en entornos de trabajo, sobre todo el “ghosting”. Vivofácil (antes Alares), empresa especializada en programas de salud, bienestar y cuidados, publica un glosario para conocer las expresiones más empleadas en las redes sociales.
Ghosting: Hacer ghosting implica cortar toda comunicación y contacto con una persona cercana sin previo aviso ni explicación. Esta práctica, en ocasiones utilizada como una forma de maltrato psicológico, refleja una falta de conciencia sobre el daño que se puede causar y a menudo está asociada a trastornos de personalidad o problemas de autoestima graves.
Love bombing: La táctica del love bombing consiste en una explosión inicial de amor para enganchar a la otra persona, haciéndola sentir única y especial. Posteriormente, quien practica el love bombing se distancia, llevando a la pareja a buscar su atención. Se trata de una dependencia emocional generada por el apego de los primeros momentos intensos y en los que el cerebro de la persona afectada anhela volver a esa situación anterior para olvidar ese distanciamiento que le produce tanto daño. Esta conducta puede tener raíces en perfiles narcisistas o inseguridades profundas.
Gaslighting: En español, luz de gas, se refiere a una violencia psicológica destinada a hacer que la persona dude de sí misma, de sus percepciones y su salud mental. Esta manipulación se caracteriza por la insistencia continua en que los problemas de la relación son errores de interpretación de la otra persona. Quienes practican el gaslighting suelen hacer comentarios despectivos y sutiles, justificándolos como preocupación, asumiendo un rol paternalista que se confunde con cariño o protección.
Orbiting: Implica cortar el contacto de forma abrupta, pero seguir presente en las redes sociales del otro comentando publicaciones o dando “me gusta”. Esta práctica genera confusión y afecta la confianza interpersonal.
Breadcrumbing: Este término describe el envío de señales de atención o cariño sin intenciones reales de establecer un vínculo estable. Esta práctica, que significa echar «migas de pan» refleja una falta de claridad en las intenciones y puede ser resultado de perfiles que evitan hablar sobre el rumbo de la relación.
Benching: Este anglicismo implica dejar a una persona «en el banquillo» con la falsa esperanza de un futuro vínculo amoroso. Esta acción consciente puede tener consecuencias emocionales significativas para la persona que sufre esta práctica.
Hoovering: Esta acción busca atraer de nuevo a alguien con quien se ha tenido una relación, cubriendo necesidades narcisistas. Recibir mensajes en ocasiones especiales es característico de esta práctica, que puede surgir de perfiles con trastornos de personalidad.
¿Qué lleva a una persona a tener estas conductas?
La falta de autoestima, el miedo a perder a la otra persona y, en algunos casos, perfiles narcisistas o aprendizaje de comportamientos disfuncionales son factores que pueden llevar a estas prácticas.
Es importante destacar que la salud mental es un componente crucial en este contexto. Con cifras alarmantes de problemas de salud mental en nuestra sociedad, la prevención y el diálogo abierto son fundamentales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 4 personas en nuestro país tiene o tendrá algún problema de salud mental a lo largo de su vida. Además, el II Barómetro Juvenil de Salud y Bienestar de la FAD (año 2019) revela que casi la mitad de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años (7,3 millones de personas) considera que ha tenido algún problema de salud mental.
Como sociedad debemos abogar por un enfoque integral que, además de identificar y abordar los síntomas, también se centre en las raíces de estas conductas. Por eso resulta fundamental abordar estas circunstancias con seriedad y profesionalismo, yendo más allá de la mera curiosidad que puedan suscitar los nuevos tecnicismos o vocablos, con el objetivo de trabajar en la prevención y fomentar el diálogo sobre la importancia del bienestar emocional en la sociedad actual.
¿Cómo prevenir estas situaciones?
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